jueves, 1 de mayo de 2014

Villa Saboya. Le Corbusier.


Esta arquitectura fue construida entre 1929-1931 por Le Corbusier (1887-1965) y conocido mundialmente por “La Casa o Villa Saboya”, se ubica en Poissy-sur-Seine, en las cercanías de París (Francia). Se encuentra en perfecto estado de conservación. 

Un rasgo esencial que marca la evolución de la arquitectura del siglo XX es el avance en cuanto a los materiales y la técnica, cada vez más perfeccionados y sofisticados.
El uso de los nuevos materiales (hormigón armado, cristal) le permite la codificación técnica y formal de la nueva arquitectura en la Maison Domino, de 1914 (que será la base estructural de la mayoría de sus casas). Le Corbusier era partidario de utilizar materiales prefabricados.

El conjunto de Villa Saboya es una composición cúbica, asentada sobre pilotes (columnas de 
hormigón armado que forman parte del armazón estructural). Las superficies planas y lisas excluyen toda sensación de gravidez, subrayando la preocupación de Le Corbusier por los abstractos bloques espaciales. Está concebida como un continuum funcional a lo largo de los diferentes niveles distribuidos por una rampa de suave pendiente que une conceptualmente entre sí las funciones que se desarrollan en el interior de la casa con las que se desarrollan sobre el techo jardín. Esta rampa se inicia en el plano inferior, el de los pilotes, y termina precisamente sobre la terraza jardín. 

En su interior hay habitaciones a la vez abiertas y cerradas, separadas por tabiques acristalados corredizos. Dentro de la casa seguimos en comunicación con el exterior puesto que por todas partes puede verse el cielo y el terreno circundante. Sin embargo, se disfruta de una completa intimidad ya que ningún observador situado al nivel del suelo puede ver el interior. De este modo, el funcionalismo de Villa Saboya está determinado por un «diseño para la vida cotidiana» y no por una simple eficacia mecánica. 

Villa Saboya ofrece magistralmente los «cinco puntos» de la nueva arquitectura: Construida con hormigón armado, se levanta, aislada del suelo, sobre un sistema de pilotes que elevan la masa sobre el suelo. Entre los pilotes se sitúa la zona de garaje y servicios con acceso directo del automóvil. Planta libre, conseguida mediante la separación entre las columnas de carga y las paredes subdivisoras del espacio (pudiendo distribuirse como se quiera). Fachada libre al perder el muro su función sustentante. 
No hay fachada principal. La fachada carece de elementos decorativos. La larga ventana horizontal deslizante o «fenétre en longueur», uniformiza la entrada de luz. Esta amplitud longitudinal permite que el espacio exterior (natural) se integre en el interior (artificial). La cubierta plana es transformada en jardín, sustituyendo al tejado y recuperando así la zona de suelo cubierta por el bosque. 

En la exposición que en 1932 organizaron en el MOMA de Nueva York, Hitchcock y Johnson codificaron las reglas y normas de la nueva arquitectura que fueron recogidas en un libro con el sugerente título The international Styie: Architecture since 7922, en el que decían que «este estilo contemporáneo que existe en todo el mundo es unitario e inclusivo, no fragmentario ni contradictorio», quedando definida la producción que caracteriza al Estilo Internacional.

De todas las corrientes arquitectónicas de la primera mitad del siglo XX, la más importante es el racionalismo, de la cual  Charles Edouardjeanneret (Le Corbusier) es la figura clave.

El funcionalismo está íntimamente ligado al progreso industrial, por eso técnicamente las producciones industriales (automóviles, barcos, aviones) aparecen como modelos para la nueva arquitectura. 

Puede afirmarse que su racionalismo está muy ligado al racionalismo clasicista y estructural, a los principios de lo «clásico». De ahí su admiración, por ejemplo, ante el Partenón o los edificios de la antigua Roma.

Le Corbusier ha sabido reducir magistralmente las formas arquitectónicas a las más puras y esenciales: el cuadrado en superficie y el cubo y cilindro en el nivel volumétrico. El espacio interior de sus viviendas, pensado racionalmente, está diseñado de acuerdo con la función que ha de cumplir. 

Después de la ya nombrada Maison Domino, vendría la Maison Citrohan, en 1920, de tres pisos. Ambas anticipan claramente lo que formulará en 1926 con el título de Los cinco puntos de una nueva arquitectura, que tienen su más perfecta aplicación en la Villa Saboya.

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