lunes, 19 de mayo de 2014

3 de Mayo de 1808

Como del propio titulo se deduce, en el cuadro, un óleo sobre lienzo, se representa un hecho histórico. Concretamente los fusilamientos que tuvieron lugar en la madrugada del 3 de mayo de 1808 en la montaña de Príncipe Pío, a las afueras de Madrid. Este acontecimiento tuvo lugar como represalia por parte del ejercito napoleónico por el levantamiento popular que tuvo lugar el día anterior en las calles de Madrid y también reflejó Goya en su obra "El dos de mayo" o "la Carga de los mamelucos".
En esta obra Goya no sólo se muestra como un extraordinario pintor que refleja un hecho histórico del cual fue fue testigo; sino que, lo que resulta más novedoso, el pintor toma parte de manera activa en favor de los perdedores, los ejecutados, mostrando lo inhumano y cruel de la guerra. 
Toda la obra rebosa un dramatismo sin parangón, la luz, los gestos mezclados de heroicidad final frente al terror o al fervor religioso y los colores oscuros. Frente a esa galería de rostros de los condenados, los soldados nos dan la espalda, forman un muro infranqueable mostrándonoslo el pintor como una máquina ejecutora, sin rostro, sin humanidad. 
La figura de la camisa blanca y el pantalón amarillo, parece imitar el gesto de Cristo en la cruz, en una especie de sacrificio redentor, en este caso, en su lucha por la libertad frente a la opresión.

Frente a los pintores anteriores que habían mostrado la guerra desde la óptica del rey vencedor que se nos aparecía como un héroe extraído de las novelas de caballería ("Calos V en la Batalla de Mühlberg") o los que había querido representar la rendición bajo un ambiente de cordialidad y caballerosidad ("La rendición de Breda" de Velázquez); Goya nos muestras unos hechos que nada tienen de heroico o caballeresco. Goya pinta la guerra en su sentido más dramático sin tomar partido por un bando u otro pues la guerra deshumaniza a todos por igual. 

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