martes, 22 de abril de 2014

El Profeta - Pablo Gargallo

Esta obra se corresponde con El Profeta , escultura de Pablo Gargallo(1881-1936).Sin lugar a dudas Pablo Gargallo fue el creador de la escultura hueca o de vacío, anticipándose con sus premisas de trabajo al mismo Julio González. Aunque alternó el clasicismo modernista de sus numerosas academias, sin embargo se abrió pronto, a una manera de hacer vanguardista que pasa por el cubismo y entra de lleno en el expresionismo.

 Sus piezas tienen dos rasgos fundamentales: esquematismo y simplicidad. Sus obras, asombrosamente logradas, dibujan perfiles cóncavos y convexos en el aire, con apenas unas líneas, cuyo soporte material son tan solo varillas curvadas o planchas de bronce o de hierro que se ensamblan con perfección. Estas leves varillas y chapas metálicas ensambladas son suficientes para dar corporeidad y volumen a todo un mundo de siluetas y figuras llenas de belleza y esquemática sensibilidad. Sus obras son también una síntesis conceptual que parece nacer a la vanguardia con el primer cubismo para consolidarse después y terminar ofreciéndonos el mejor de los mundos expresionistas.

Gargallo trabajó con todo tipo de materiales: el mármol, la piedra, la madera, el cartón; pero sobre todo se expresó a través del hierro y del bronce, sin olvidar el barro, en el que modeló gran parte de sus ideas (dadas las penurias económicas que le acompañaron gran parte de su vida). Su mundo artístico más sólido, y lo que se han llamado sus etapas más definidas, pertenecen al cobre y sobre todo al hierro.
 Gran Profeta fue sin duda su obra más ambiciosa y de más larga elaboración ya que existe un dibujo o boceto de esta obra que está fechado en 1904, cuando sin embargo el Profeta no se fundió en material definitivo hasta 1933, cuyas dimensiones fueron 2,35 m de altura.Fue expuesto por primera vez en Nueva York para la exposición de Brummer, pero llegó tan sólo a ella como una copia en yeso compacto que el mismo Gargallo patinó imitando al bronce.
Se trata de una escultura de gran tamaño, fundida en bronce, aunque algunas veces se diga que es hierro forjado, a partir del ya aludido modelo de escayola. Existen siete ejemplares numerados, tres pruebas de artista numeradas también y un HC, es decir, un hors de commerce.
 El gran profeta es la culminación de la segunda etapa del artista o época del cobre, donde prefiere las superficies cóncavas, es decir, aquellas con curvas hacia adentro, valorando el hueco, la falta de materia y el vacio.
 La figura del profeta representa a un hombre barbado, enjuto, recio que infunde temor. Sus piernas son fuertes y están separadas dando una sensación de fortaleza y estabilidad, sus largos pies parecen asirse fuertemente a la tierra que pisa. El profeta alza el brazo derecho hacia el cielo, en un gesto de aviso o de amonestación no exento de cierta ira. Lleva una vara en el brazo izquierdo como parece que llevaban algunos de los profetas menores, entre ellos Oseas o Jonás. Los volúmenes interiores parecen terminar la figura, redondeándola, sugiriendo misteriosas intenciones del escultor. Es sin duda, junto con el Urano, también del año 1933, el cénit, la cumbre creativa del escultor. A propósito de ello el artista escribió a su marchante Berheim esta corta nota que transcribimos en la que indica lo contento que está con su propio logro:
“Acabo de concluir algo que quizás le interese. Es de bastante importancia. Creo haber hallado el camino de mi tranquilidad estética, aunque no sea el camino de la tranquilidad material, ya es algo en estos tiempos que corren”.

La copia 1-3 está milagrosamente en Zaragoza tras numerosos avatares, a los que se impuso el empeño inteligente de Federico Torralba. Hoy esta pieza es propiedad de la Diputación de Zaragoza, y la podemos contemplar y sobrecogernos ante su presencia, en el patio central del Museo de Zaragoza. Un día pudo ser nuestro, gracias a su viuda, con tan sólo pagar los gastos de fundición "y no se hizo", luego fue mucho más costoso conseguirlo

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